
Tengo 33 años, y la artritis desde hace 31, por lo que no concibo una vida sin ella, pero esto no me limita, desde pequeña me enseñaron a levantarme cada vez que me caía… a pesar de que cuando era tan pequeña los médicos les decían a mis padres que me podía quedar en silla de ruedas… pero ellos toda la vida me transmitieron sus ganas de vivir, y de luchar por todo lo que te propones.
Desde 2014, la artritis se me complicó, nadie sabe por qué, pero así fue. Hasta entonces, sólo tenía en una rodilla, y de repente me afecto a las dos rodillas, tobillos, brazos, muñecas… En 2016 me casé, queríamos formar una familia, pero con la medicación, había que planificarlo bien, así que hablamos con mi reumatóloga. Lo primero que me transmitió es que se podía, que lo importante es tener la enfermedad estabilizada, y en ese momento así era mi caso. Me tenía que quitar una parte de la medicación “para desintoxicar mi cuerpo”, y si mi cuerpo lo aceptaba sin tener ningún brote, me daría vía libre. ¡Y así fue!
Me quedé embarazada enseguida y tuve un embarazo muy bueno sin nada de medicación. Durante el embarazo te consideran paciente de riesgo, y tienes que ir cada mes a ver al ginecólogo, y cada tres meses al reumatólogo. Pero mira el lado positivo: ves a tu futuro pequeñín cada mes. Aunque el peso te lo controlan, y no te pasan una… ¡todo sea dicho!
Mi embarazo fue muy bien, un un parto largo, algo normal al ser primeriza quien no. El pequeñín por fin estaba con nosotros. Todo lo que se te pasa la cabeza son las preocupaciones normales de cualquier madre, no piensas en la artritis ni en como estarás, piensas en tu niño y en lo que se te viene encima con un bebé.
En el posparto te avisan que tendrás un episodio agudo… y a las dos semanas fui empeorando por momentos. Quería seguir dándole el pecho a Carlos, y para ello las medicaciones que podía tomar eran las compatibles con la lactancia, pero mi cuerpo no conseguía estabilizarse… llegó un momento en que había que dejar el pecho para poder medicarme más fuerte. Y así lo hicimos. De un día para otro, tuve que dejar el pecho para empezar a darle biberón y volver a andar.
Fueron unos meses duros, de los que también aprendimos de cara a tener otro hijo, como por ejemplo no esperar tanto a ir al médico, dejar el pecho antes de que empeores demasiado, y valorar que tu salud es importante, que el niño con el biberón crece como un campeón.
Lo que nunca perdí en todos esos meses es la alegría, todo merece la pena, y ver las sonrisas del peque, cada caricia que le daba y cada canción que le cantaba hacía mi día muy bonito. Se te olvida la enfermedad y vuelves a querer ser madre sin dudarlo.
Carlos tiene ya 19 meses, y le planteamos a la doctora que queríamos ir a por el hermanit@, y claro, su cara fue de sorpresa y alegría a la vez por lo que le estaba pidiendo. Su respuesta siempre ha sido que podré, que tenga paciencia y ha empezado a bajarme la medicación a ver si mi cuerpo responde… tal vez el siguiente embarazo será con medicación de principio a fin, pero hoy en día es una medicación segura. Estamos deseando que ese momento llegue, porque todo merece la pena, y todo el dolor se queda en un segundo plano que ya ni recuerdas.
¿Qué le dirías a otras pacientes?
Nadie dijo que fuera fácil, pero para nadie la vida es fácil, así que reta a tu vida.
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